sábado, 11 de febrero de 2012

EL VERANIEGO

El toallón en los hombros
El rostro descansado
La reposera en la orilla.
Los pies en el agua.
La mirada perdida.
El sol que pela.
El cielo limpio…
Un moco blanco que asoma en su nariz,
El dedo que busca dentro del orificio.
Pica!
Por suerte sale.
Y el vacacionante deja caer su brazo
para que el rió limpie su dedo.
La corriente lleva el moco,
la corriente se lleva algo de el,
algo traerá también.

Con rostro descansado,
con la mirada perdida.
Se levanta,
cierra su reposera,
la apoya en la arena.
Se levanta la malla,
y se va,
a la sombra.
Claro,
el sol esta que pela

sábado, 14 de enero de 2012

THELMA Y NANCY La Gladys de vacaciones a Uruguay?



la negacion gorila, terca y bruta bronca dispuesta a romper la tierra por no ver feliz a quien siempre desea que sufra para poder mostrar su piedad cristiana y de buena casa burguesa.

jueves, 22 de diciembre de 2011

ELLA

El sexo opuesto invade sus formas,
transforma en curvas
todo lo recto e insípido de su figura.
Lame su viciosa carcajada
y con cada gemido parte el día,
y marca el comienzo de la noche.
Ahí,
entre el claro de luna y el humo de los caños de escape de los autos,
se siente mujer.
Y espera entregar
su reo y salvaje sentir femenino
a cualquier desconocido
o desprevenido.
No tiene límites,
en la oscuridad no se pueden distinguir.
Y es lo mejor que hace.
Se hunde en sueños que vela en silencio para no despertarlos.
Sueños con tetas grandes
y cama de dos plazas,
con yogures descremados
y un caniche, que se va a llamar Fermín.
Y una gata
que le va a poner Hugo,
Como el,
cuando es de día.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ERASE UNA VEZ...(CUENTO PARA UN AMIGO)

El Muchacho Calavera perdió la sonrisa un jueves a la madrugada. Cerca de las cuatro en una esquina sin nombre. Y junto con su sonrisa dejó su corazón moribundo cubierto de lágrimas secas.
Ningún colectivo lleva al pasado (es imposible pensar en una tarifa razonable) y la calle es madre nuestra, y no ir hacia ningún lado deja que la cabeza del Muchacho Calavera se vaya a cualquier parte.
Entonces la cabeza del Muchacho Calavera se estira hasta alcanzar la luna, explotar y volver a ser nuevamente cabeza de Muchacho Calavera.
Desde ese día las cosas empezaron a funcionar diferente.
Fue ese día que aprendió a dejar de lado ciertos sentimientos como el amor y el odio, conceptos como presente, pasado y futuro dejaron de tener sentido en la vida del muchacho calavera, que empezó a vivir en un estado por fuera del tiempo. Del tiempo que estamos acostumbrados a vivir nosotros.
El Muchacho Calavera no sabia cual era su edad, ni en su rostro se podía distinguir algún indicio que manifestara sus años.
Los pocos hombres que habían tenido posibilidad de intercambiar palabras y vasos de vino cuentan que tiene treinta y dos años, pero las mujeres, que son las que mas lo conocen, hablan de cuarenta años.
Por supuesto que estas discusiones e inquietudes son solo nuestras, porque el Muchacho Clavera, como dije, no se preocupaba por recordar su edad o fecha de nacimiento. Ni siquiera se interesaba por la hora, y de hecho vivía cruzado al mundo. Su medio día era la media noche.
Las cosas que lo preocupaban eran luchas imposibles, utopías. Ansia por comprender el lazo que une a la luna y los mares del mundo, el número exacto de estrellas y otras inquietudes quijotescas. Quemaba sus horas en un hilo de pensamientos que comenzaba con la observación de un perro orinando.
El Muchacho Calavera comenzó a callar, a no hablar más. Como si perdiera esa habilidad, la posibilidad de nombrar las cosas. Y por la misma época comenzó a silbar, a improvisar una canción que a medida que pasaban las noches, le agregaba nuevas frases a la melodía que comenzó como un tango, y luego, iba y venia como bailando entre zamba y rock. Se dice que por las madrugadas se podía escuchar aquella canción escondida detrás de los cantos de los primeros pájaros. Poco a poco el Muchacho Calavera comenzó a desaparecer. Dejo de ir a los lugares que frecuentaba, y estos, se llenaron de anécdotas que todos querían contar para poder hacerlo presente, traerlo un ratito entre palabras y gestos que dibujan al Muchacho Calavera con trazos de la memoria y lo fantasmal que habitan en cada uno.
Hasta que, por fin, nunca mas se lo vió.
Algunos dicen que vieron como la cabeza del muchacho calavera se estiraba hasta la luna pero no exploto,
se quedo ahí.

EL GORRIONCITO Y YO

El gorrioncito que dormía en mi ventana se escapo,
Llevo sus plumas
con brillo opaco a otro lugar.
Plazas o veredas
que serán escenarios perdidos
en  la juventud potencial.
Se llevo su olor
de marihuana en flor
y de pequeñas y viejas anécdotas
que al volver al presente
se corporizan erizándonos la piel.
Del gorrioncito cuide
su inocencia eterna,
su encendida sorpresa.
Su andar libre,
herido, rengo, semi muerto
pero libre.
Cuide su canto,
el delicado silbido que acaricia el silencio.
 Su tímida forma de estar en el mundo.
El gorrioncito se fue de mi ventana,
desplegó sus plumas de opaco brillo,
y se fue.

viernes, 21 de octubre de 2011

LA JUVENTUD (VICIO ENTRE LOS SUEÑOS)

Los días son enormes sábados
repletos de horas perdidas que llenar.

Una explosión estelar rompe el pecho.
Se derriban los muros de lo imposible,
robando la fantasía
en el goloso manjar de la verdad.

La belleza es un deber,
una estrella colgada en medio del pecho;
La flor pequeña que decora la orilla del río.

Y todo se presenta como inevitable,
como última chance,
como el mejor y único sueño.

Las garras afiladas para trepar bien alto;
tan alto como haga falta.
Y desde la cúspide de la juventud
reír a carcajadas
dejándonos caer.

domingo, 16 de octubre de 2011

el tiempo pasa...

La vejez es un lugar de olvido para los demás,
los otros,
los que no son viejos.
La vejez es olvidada
en geriátricos y departamentos oscuros;
la vejez es un lugar repleto de imágenes,
palabras, olores y sonidos
que fueron algo
o alguien alguna vez
y otras tantas cosas que tal vez se imaginaron.
Es un océano de miedos cuerdos
y locas alegría.
Cajitas de madera llenas de risas perdidas en el tiempo,
en un tiempo caprichoso
perdido en algún bolsillo de un saco olvidado.
La vejez esta cargada de recuerdos
que arrebatan en todo momento
llenando el aire del lugar de gentes,
seres que necesitan decirnos cosas
que ya fueron dichas.
Palabras que hacemos presente
para suspender aquello
que se sumergió en el río del tiempo,
aquel río que trae algo
y se lleva lo que jamás volverá.